Normalmente no solemos visitar grandes ciudades, pero con Damasco hemos hecho una excepción. En esta ciudad los contrastes son tremendos, en la ciudad vieja se mezclan edificios de todas las culturas que han pasado por aquí: griegos, romanos, bizantinos, cristianos, árabes, otomanos, etc... Aunque lo que más nos ha llamado la atención es la convivencia de los barrios musulmanes y cristiano. En los primeros puedes encontrar las típicas mujeres cubiertas completamente con el chador negro y a poca distancia, en el barrio cristiano, uno tiene la sensación de estar en cualquier pueblo de España, por la forma de vestir de la gente, por sus iglesias, colegios y tiendas, que tienen un estilo totalmente europeo.
La principal atracción de Damasco es la mezquita de los Omeyas, la tercera en importancia del mundo islámico, por ello acuden numerosos peregrinos desde todos los rincones del orbe musulmán. Nuestra visita coincidió en viernes (día santo), lo que nos permitió disfrutar de un ambiente religioso muy especial, con devotos sirios, iraníes, sudaneses, paquistaníes, malasios, kazajos y de otras nacionalidades que no supimos identificar, todos ellos ataviados con sus características vestimentas.